Esta semana marcó el 88avo cumpleaños del Dr. Martin Luther King, Jr. Recordé durante la semana de las celebraciones un libro que King escribió, en el cual él argumentaba sobre el “golfo entre práctica y profesión”. En este fragmento en particular, él concluye que los principios a los cuales nos aferramos, no siempre se alinean con lo que decimos o como vivimos nuestras vidas.

“Por otro lado, orgullosamente reconocemos ciertos principios sublimes y nobles, pero por otro lado, tristemente practicamos la antítesis de esos principios. Con cuanta frecuencia se encuentran nuestras vidas caracterizadas por una subida de presión de credos y una anemia de obras!” King escribe en “Fuerza para Amar”, publicado en 1963.

El libro está compuesto por una colección de sermones, primordialmente sobre el tema de segregación racial, con un fuerte énfasis en el núcleo de los valores cristianos. El foco principal del libro está en la importancia y necesidad del amor ágape entre toda la gente – el tipo de amor que es desinteresado, valiente y generoso.

La voz de King sigue resonando décadas después de su muerte, haciendo un llamado a los Americanos a defender los principios bíblicos y morales de amar a toda la gente, sin importar su raza, nacionalidad, o cualquier otra característica que nos diferencie. Ese principio se encuentra, no sólo detrás de la voz apasionada de King, sino también en el corazón de las enseñanzas de Cristo.

Esta cita: “Una esquizofrenia persistente nos deja a muchos tragicamente divididos contra nosotros mismos,” era verdad hace cuatro décadas en nuestra nación, y sigue siendo verdad hoy día.

Cuando King escribió su famoso discurso “Tengo un Sueño” para la marcha en Washington, su preparación involucró tres documentos principales: La Biblia, La Declaración de Independencia de EEUU, y el Discurso de Gettysburg. Del concepto que “todos los hombres son creados iguales” al mandamiento de Jesús de amar a nuestro vecino como a nosotros mismos, las palabras inigualables de “Tengo un Sueño” por siempre harán su eco como un faro para la libertad, igualdad y democracia en America.

Durante su discurso, hizo un llamado para defender y pelear por los principios de libertad y justicia, y recordando que el resultado final debería ser unificación, no división. En las palabras mismas de King: “No tratemos de satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo en la copa de la amargura y el odio. Debemos conducir siempre nuestra lucha en un plano elevado de dignidad y disciplina. No hemos de permitir que nuestra protesta creativa degenere en la violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas del encuentro de la fuerza física con la fuerza del alma.”

Tantos años han pasado desde aquel día caluroso de verano en 1963, cuando un grupo masivo de gente se reunió alrededor del Monumento a Lincoln para escuchar a King hablar. Pero creo que si el Dr. King fuese a hablar de nuevo hoy día, su retórica sería la misma: Tengamos cuidado de no profesar orgullosamente principios de justicia, amor y libertad, y aún así quebrantarlas con prácticas que van en contra de los mismo principios que proclamamos.

Es un mensaje que debe resonar en nuestros corazones hoy, en un tiempo cuando nuestra nación parece estar dividida una vez más: Peleemos por justicia, y defendamos los principios democráticos que han construído a nuestra nación. Peleemos por permanecer una nación bajo Dios. Peleemos contra lo que el Dr. King llamó “extraña dicotomía”, la cual con frecuencia permanece como la gran y cruel división entre lo que creemos y como actuamos.

 

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