En 1972, después del éxito del aterrizaje en la luna, el programa espacial de la NASA andaba a todo dar, lanzando sondeos y satélites para explorar el espacio exterior.

Fue en ese año que la sonda Pioneer 10 fue lanzada, con la misión principal de alcanzar a Júpiter, fotografiando el planeta y sus lunas, y enviando información de regreso a la tierra sobre el campo magnético de Júpiter, la atmósfera y cinturones de radiación. Fue una meta increiblemente agresiva, dado que en aquel tiempo, ningún satélite había pasado más allá de Marte.

Pero Pioneer 10, el cual recibió el sobre nombre de “El Pequeño Satétile que Podía”, alcanzó su misión y asombrosamente mucho más. En Noviembre de 1973, Pioneer llegó hasta Júpiter, donde la gravedad inmensa de este planeta gigante arrojó al pequeño satélite a una velocidad más rápida hacia el borde del sistema solar. Pioneer continuó hacia Saturno, luego Urano, Neptuno, y cuando llegó hasta Plutón estaba casi a 4 billones de millas del sol.

El 23 de Enero del 2003, 31 años después de ser lanzado, las comunicaciones radiales desde el satélite desaparecieron dado a la pérdida de poder eléctrico del transmisor de radio. En aquel momento, la sonda estaba a una distancia enorme de 7.5 billones de millas de la tierra.

En su libro, “Cuidado Pastoral: La Fuerza de Pararse y Permanecer,” el autor Craig Brian Larson escribe acerca de este logro alcanzado por Pioneer 10. El menciona que el pequeño satélite no estaba calificado para hacer lo que hizo, ya que los ingenieros de NASA lo habían diseñado para operar con un transmisor de 8 vatios, el cual emite la misma cantidad de poder que una luz de noche de un cuarto.

Los diseñadores pensaron que la batería no dudaría más de tres años. Sin embargo, para sorpresa de todos, Pioneer logró llegar más lejos cada vez, desafiando la lógica de todos y hasta el diseño de sus creadores.

Al seguir tratando, un pequeño satélite que tenía poder limitado, pudo literalmente alcanzar las estrellas.

Hace un par de semanas escribí un artículo sobre la conquista de la Tierra Prometida por los Israelitas, y de cómo su disposición temerosa y resistencia por confiar en Dios impidió que ellos recibieran la promesa completa de Dios para ellos. Ciertamente, el territorio actual de Israel es mucho más pequeño que la tierra que Dios le prometió a Abraham.

Temor y resistencia son realmente ataduras que impiden que recibamos las promesas de Dios y alcancemos nuestros sueños. Pero creo que una de las razones principales por la que muchos de nosotros nunca alcanzamos las estrellas, es simplemente porque renunciamos al viaje. Tristemente, muchas veces antes de que empiece. Porque no pueden ver la magnitud de la promesa, muchos se rehusan hasta a tomar el primer paso.

[bctt tweet=”Muchos de nosotros nunca alcanzamos las estrellas porque renunciamos al viaje. Tristemente, antes de que empiece. ” username=”PatHolbrook”]

Muchas veces después de que termino de hablar en una conferencia, se me acercan mujeres quienes me preguntan cómo comencé en el ministerio al cual Dios me ha llamado. Muchos sienten un empujón en su corazón de comenzar un ministerio, o cambiar de carrera, y se encuentran llenos de temor y resistencia para tomar un paso de fe.

Mi respuesta es siempre la misma: “Yo simplemente voy paso a paso, y me comprometo a nunca renunciar.”

Invariablemente, Dios no muestra la foto completa de su voluntad para nuestras vidas. El nos empuja hacia una nueva dirección, y espera para que tomemos un paso de obediencia. Frecuentemente, sus directivas no tienen sentido. No nos sentimos adecuados, y el temor de lo que sabemos invade a nuestros corazones.

Pero nuestro trabajo no es conocer el final de la historia. Nuestro trabajo es decir sí, tomar un paso, y esperar por una puerta que está por abrir, o por directivas para el próximo paso. El trabajo de Dios es enviar provisión, gente que nos ayude, y circunstancias que nos guiarán.

Impulsado por fuerzas invisibles en el universo, un satélite de 569 libras viajó mucho más allá de lo esperado, conquistando mundos a los cuales nunca había alcanzado. Su contribución nos dió conocimiento inédito de nuestro univeso.

Impulsados por confianza inquebrantable en Dios y determinación, podemos conquistar más de lo que hayamos soñado. Lo único que necesitamos es creer, andar paso a paso y comprometernos a nunca renunciar.

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